EUROPA
PRESS
9
marzo 2015
Diez aspectos que frenan
nuestra autoestima
La autoestima se construye en gran medida en la
infancia y la adolescencia y da forma a cómo nos vemos a nosotros mismos (autoconcepto) y a cómo nos relacionamos con la familia, los
amigos, el trabajo o la pareja.
Sea cuál sea
nuestro nivel de autoestima, la buena noticia es que, con voluntad, siempre es
posible conducirla a niveles que mejoren nuestra calidad de vida.
Según explica
a Infosalus Silvia Congost,
psicóloga y autora de 'Autoestima automática' (Zenith,
2015), nuestra autoestima se forma a partir del reconocimiento, la aprobación y
el afecto de nuestros padres y aunque hasta un 30% de cómo vemos el mundo
proceda de la genética, la buena noticia es que hasta un 70% depende del
entorno, lo que deja un amplio margen para poder cambiar los aspectos menos
positivos.
Para la
autora, aunque nuestra autoestima se forme en la infancia y la juventud,
durante la vida adulta sus niveles fluctúan y para los momentos en los que está
baja existen herramientas para mejorarla y mantenernos en niveles estables y
saludables.
"El
concepto de autoestima experimentó un 'boom' en los
años 70 pero ha continuado desarrollándose porque cada vez somos más
conscientes de nosotros mismos, queremos entendernos mejor, conseguir nuestros
objetivos vitales y tener más calidad de vida", señala Congost.
La psicóloga
expone a Infosalus 10 de los aspectos que juegan en
nuestra contra cuando se trata de mantener nuestra autoestima en buena forma y
algunas alternativas para contrarrestarlos:
- El auto-diálogo de
desaprobación: destacar siempre lo que
hacemos mal no conduce a nada bueno. La opción contraria es el
reconocimiento, buscar los aspectos positivos que tenemos, ya que todos
contamos con un potencial y unas cualidades individuales valiosas.
- Compararnos con los demás: porque lo habitual es hacerlo en un sentido de
desaprobación, al comparar deberíamos emplear el modelado y ser
constructivos para aspirar a aquello que otra persona ha conseguido y que
nos gusta. "En los más pequeños la comparación en negativo con los
hermanos o los primos, por ejemplo, puede llevar a que desarrollen
inseguridad", señala Congost.
- No poner límites: los límites marcan la frontera de nuestra dignidad, aquello
que no es negociable. A pesar de que con las pequeñas cosas del día a día
hay que saber adaptarse y ser flexible, aquello que nos hace sentir mal no
debe tener lugar, está fuera de estos límites y de esta forma debemos
hacerlo saber.
- No ser asertivos: tener capacidad para expresar aquello que no queremos no es
fácil, por ello hay que reflexionar, detenerse un momento y preguntarnos
si queremos o no hacer lo que nos piden. "No debemos olvidarnos de
nosotros mismos porque esto nos hará infelices, hay que evitar el miedo al
rechazo o a no agradar al otro, hay que aprender a decir que no con
respeto", señala la autora.
- No respetarnos a nosotros
mismos: tenemos que aprender a tratarnos
bien y a evitar las conductas no constructivas y que nos hacen sentir mal.
Por ello, hacer deporte y cuidarnos forman parte de ese respeto que nos
debemos.
- Rodearnos de personas tóxicas: estas personas no nos hacen sentir bien, por ello hay que
poner distancia en la medida de lo posible, reducir los tiempos que
compartimos con ellas sin sentir la obligación moral de hacerlo y poner
las barreras necesarias para protegernos.
- No responsabilizarnos de
nuestras emociones: cualquier cosa que no
nos haga sentir bien también es responsabilidad nuestra ya que aunque esté
desencadenada por una persona o situación siempre tenemos la opción de
actuar en consecuencia y evitar los daños. "Es nuestra
responsabilidad hacer un cambio e ir hacia otra dirección si algo nos hace
sentir mal. Debemos ser conscientes de aquello que depende de nosotros
cambiar y si es necesario pedir ayuda psicológica para hacerlo",
señala Congost.
- Establecer relaciones de
dependencia emocional: esta dependencia es
muy destructiva y nos deja exhaustos. "Es necesario detenernos a
reflexionar sobre aquello que buscamos en una pareja y qué nos hace
felices y no dejarnos la piel en intentar cambiar al otro al que ya
elegimos siendo de una determinada manera", señala la psicóloga. Una
relación de este tipo es la que cuenta el éxito de ventas literario '50
sombras de Grey' pero, a diferencia de la
novela, Congost apunta que en el mundo real si
la chica no abandona a tiempo estas historias suelen acabar en situaciones
en las que la mujer está atrapada en el papel de salvadora mientras que en
el hombre no existe conciencia de tener un problema ni ninguna intención
de cambio.
- No tener objetivos vitales: en el día a día deberíamos pensar en las áreas más
importantes de nuestra vida y reflexionar sobre cómo queremos que sean en
un periodo determinado de tiempo que nosotros mismos fijaremos. "Este
pensamiento de saber en qué consiste nuestra vida y hacia dónde vamos nos
evita sentimientos de deriva, pérdida o ansiedad y nos proporciona
seguridad y una dirección", afirma Congost.
- Cultivar pensamientos
negativos de uno mismo: mantenemos un
diálogo interno que si no lo es, hay que transformar en positivo.
"Cuando hablamos con personas que podemos considerar 'tóxicas'
podemos sentir cómo son el fruto de toda clase de pensamientos negativos
que en realidad originan este malestar", señala Congost
que concluye que no debemos dejarnos llevar por pensamientos de queja y
amargura que no conducen a ningún cambio en positivo.